El artículo del Presupuesto presentado por el presidente Javier Milei en el Congreso, reza: “Incrementar la capacidad de puntos de apoyo y servicios en el territorio continental argentino para obtener mayor conectividad en la Antártida en cualquier época del año, contribuyendo con ello al desarrollo de ventajas competitivas con otros actores y al liderazgo y prestigio de la República Argentina en el marco del Tratado Antártico”.

Y agrega que “en este aspecto resulta de particular interés el desarrollo del eje Ushuaia- Base Antártica Petrel, para la ejecución de operaciones de sostén logístico antártico”.

En abril, entre gallos y medianoche, el presidente arribó a la Antártida con la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la general Laura Richardson. La delegada militar del Gobierno de Joe Biden para América del Sur visitaba una base naval en Ushuaia, con el presidente argentino.

Vestido de militar durante un acto en la base naval de la ciudad donde se escucharon los himnos de Argentina y Estados Unidos, Milei afirmó que “Occidente corre riesgo” y que los argentinos tienen “una afinidad natural” con Estados Unidos, con quienes comparten “la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada”.

Después, anunció la construcción de una base naval conjunta en la zona. “Se trata de un gran centro logístico que constituirá el puerto de desarrollo más cercano a la Antártida y convertirá a nuestros países en la puerta de entrada al continente blanco”, detalló Milei.

La legislación argentina prohíbe el ingreso de tropas extranjeras sin la aprobación del Congreso, y la ley limita los casos a cuestiones de ceremonial, instrucción o ayuda en catástrofes naturales. En ningún caso la legislación permite la instalación de bases militares de otros países.