Por primera vez en la historia argentina, el 26 de octubre la ciudadanía nacional depositará su voto utilizando la Boleta Única de Papel (BUP), un instrumento inédito que cambiará radicalmente la dinámica de las elecciones y dejará atrás el tradicional sistema de boletas partidarias. Este salto, dispuesto tras la reforma del Código Electoral Nacional sancionada en 2024, busca evitar confusiones, reducir irregularidades y optimizar la transparencia del proceso electoral; tal es el argumento de quienes la apoyaron en el Congreso así como de la Cámara Nacional Electoral (CNE), la máxima autoridad judicial en materia electoral del país.

La boleta única contendrá la totalidad de la oferta electoral nacional del distrito en una sola hoja que será entregada a cada elector por la autoridad de mesa.

Es un único documento impreso, estandarizado, que reúne a todas las agrupaciones políticas y candidatos de cada distrito. El elector marca en la boleta la opción elegida con una lapicera y la deposita en la urna. Por primera vez, todos los nombres, colores y símbolos partidarios comparten un mismo papel, en igualdad de condiciones visuales. Ya no aparecerán, al menos para diputados y senadores nacionales (en las ocho provincias que este año eligen representantes en la Cámara alta), fajos de boletas de cada partido o frente apilados en los pupitres. Porque las autoridades de mesa le entregarán a cada elector su papeleta, su boleta única, donde deberá marcar su decisión. Luego, sí, eso va a una urna.

El diseño de la BUP se apoya en una estructura clara y accesible: en la franja superior figura la identificación del proceso electoral, el distrito, sección, circuito y mesa, además de las instrucciones de voto. El resto de la boleta se distribuye en columnas para cada agrupación política, con su número, nombre, logotipo y color identificatorio, todos en lugares destacados. El color es fundamental: ocupa al menos dos tercios del espacio de cada columna y se utiliza como referencia visual principal para el elector.

Las boletas incluyen casilleros cuadrados para que el votante marque su opción, ubicados encima de las fotos de los primeros dos candidatos de cada lista, con alineación y tamaño estandarizados para garantizar claridad. Los nombres de los candidatos se disponen siempre en mayúsculas, iniciando por el apellido y resaltando este último en negrita. El formato de la BUP varía según la cantidad de agrupaciones y categorías que se elijan, pero siempre mantiene los mismos criterios de organización y visualización.

Los modelos aprobados presentan la distribución de agrupaciones con nombres y colores ficticios para fines didácticos, ilustrando tanto boletas de una sola categoría (por ejemplo, diputados nacionales) como de dos (senadores y diputados a la vez). En la práctica, la boleta puede tener desde siete hasta más de veinte columnas, cada una identificada con el color, el logotipo y los candidatos de la agrupación correspondiente.

Siempre según información de la CNE, cada boleta única lleva impresas marcas de agua, microtexto y guías para el doblado, con el fin de dificultar la falsificación y facilitar la introducción en la urna. Además, cada mesa tendrá talonarios exclusivos, con boletas individualizadas por sección y mesa, para permitir un control estricto y trazabilidad. Se prevén también talonarios de contingencia para situaciones excepcionales.