Guillermo Francos, José Rolandi y Victoria Villarruel pudieron respirar aliviados tras el discurso presidencial: Javier Milei no le había declarado la guerra al Senado. La supervivencia de la Ley Bases dependía de que Milei no insultara a los senadores que se resisten a dictaminar el mega proyecto y que, en su enojo con el gobierno y su dinámica de negociaciones, estaban casi deseosos de que el presidente les diera una excusa para oponerse.

No fue así y los senadores bajaron las armas, ocupados en terminar de revisar el borrador que el gobierno empezó a circular el viernes entre los legisladores. El gobierno concedió incluir cambios en el RIGI, la reforma laboral y la reforma del Estado, pero se resiste a modificar dos capítulos clave que la oposición ya definió voltearle en el recinto: la restitución de Ganancias y la privatización de Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Luego de dos intentos fallidos, el gobierno intentará dictaminar el próximo miércoles, y en la oposición anticipan que, con disidencias, la tercera será la vencida. El recinto, sin embargo, es otra historia: los votos no están y cada crisis – como la revuelta en Misiones – lleva agua al molino del rechazo de Unión por la Patria.

El viernes a la noche, el gobierno comenzó a distribuir el borrador de la nueva versión de la Ley Bases por WhatsApp. El fiasco del miércoles había despertado las alarmas: el problema no era solo que no se había logrado dictaminar – una vez más -, sino que la mala praxis de los negociadores estaba comenzando a convertir la indecisión de algunos en abierta hostilidad. Martín Lousteau (UCR) estaba furioso y amenazaba con rechazar la ley. Lucila Crexell (Neuquén), José Carambia (Santa Cruz) y Guadalupe Tagliaferri (PRO) ni se habían molestado en participar de las comisiones.

Los senadores estaban hartos: no había mesa de negociación, los mensajes que llegaban de Francos y Rolandi eran contradictorios y nadie en el gobierno se molestaba en ofrecer una contraoferta real y concreta. Varios partieron más temprano a sus provincias y los funcionarios tuvieron que comenzar a hacer control de daños. Fue recién entre el viernes a la noche y el sábado a la mañana que los senadores comenzaron a recibir la propuesta del oficialismo.